Frases Nunca Nunca 3
Mi mamá vio mi
tatuaje. Creí que podría ocultarlo un par de años más, pero, por desgracia, me
estaba quitando las vendas esta mañana cuando entró en mi habitación sin tocar.
¡No
había entrado en mi cuarto sin tocar en tres años! Creo que pensó que yo no
estaba en casa. Debiste ver su cara cuando se dio cuenta. Si haberme tatuado ya
era bastante malo, no puedo imaginar lo que habría sucedido si se entera de que
es un símbolo en tu honor.
Gracias
por eso, por cierto. Los significados ocultos fueron una mucho mejor sugerencia
que tatuarnos el nombre de cada uno. Le dije a mi mamá que el collar de perlas
era un símbolo de las puertas del paraíso o alguna mierda por el estilo.
Después de esa explicación, no le quedaron muchos argumentos para pelear,
porque ella se la vive en la iglesia desde que abren las puertas.
Quiso
saber quién me lo hizo, ya que sólo tengo dieciséis años, pero me negué a decirle. Me sorprende de que no lo adivinara porque estoy seguro de que apenas el
mes pasado le mencioné que el hermano mayor e Andrés es un artista del tatuaje.
De
cualquier manera, estaba molesta, pero le prometí que no me haría otro. Ella me
pidió que nunca me quite la camisa delante de papá, casi tuve que jurárselo.
Todavía
estoy impactado de que lo hayamos hecho. Yo hablaba medio en broma cuando te
dije que debíamos hacerlo, pero al verte tan entusiasmada, me di cuenta de lo
serio que fui. Sé que la gente dice que nunca te debes tatuar en honor
a alguien con quien tienes una relación, y sólo tenemos dieciséis años, pero no
me imagino qué podría suceder para que no quiera tenerte en mi piel.
Nunca
amaré a nadie como a ti.
Y si
lo peor llega a pasar y nos separamos, nunca me arrepentiré de este tatuaje. Tú
has sido una parte fundamental de mi vida durante dieciséis años y, si al final
terminamos o no, quiero recordarlo. Tal vez estos tatuajes fueron más una
conmemoración que una suposición de que pasaremos el resto de nuestras vidas
juntos. De cualquier manera, espero que dentro de quince años miremos estos
tatuajes y nos sintamos agradecidos por este capítulo de nuestras vidas. No
habrá un gramo de arrepentimiento. Estemos juntos o no.
Creo
que tú eres más fuerte que yo. Esperaba ser yo quien te tranquilizara
y te asegurara que el dolor sería temporal, pero resultó al revés.
Tal vez el mío dolió más. ;)
Es
tarde. Estoy a punto de llamar para desearte buenas noches, pero, fiel a mis
principios, antes debo poner todas mis ideas en una carta para ti. Sé que ya lo
he dicho antes, pero me encanta que aún nos enviemos cartas. Los mensajes del
celular se borran y las conversaciones se desvanecen. Te juro que conservaré
cada carta que me hayas escrito hasta el día en que me muera.
#CorreoTerrestreParaSiempre
Te amo. Lo
suficiente para camuflarte en mi piel.
Nunca olvides.
Nunca te detengas.
Silas
Silas:
No puedo dejar de
pensar en la otra noche, cuando nos besamos. Ni en tu carta donde explicas cómo
te sentiste al respecto.
Nunca
antes había besado a alguien. No cerré los ojos. Estaba demasiado asustada. En
las películas siempre cierran los ojos, pero yo no pude hacerlo. Quería ver si
tú los tenías cerrados. Y cómo se veían tus labios cuando presionaban los míos.
Y quería saber qué hora era para recordar siempre el momento exacto en que nos
dimos nuestro primer beso (eran las once en punto, por cierto). Y mantuviste
los ojos cerrados todo el tiempo.
Después
de que me fui, regresé a casa y me quedé contemplando la pared durante una
hora. Aún sentía tu boca en la mía, aunque ya no estuvieras allí. Fue una
locura y no sé si debió suceder. Siento haber ignorado tus llamadas telefónicas
después de eso. No quería preocuparte, sólo necesitaba tiempo. Sabes eso de mí.
Tengo que procesar todo, y debo hacerlo sola. El que me besaras era algo que
definitivamente necesitaba procesar. Había deseado que sucediera durante mucho
tiempo, pero sé que nuestros padres van a pensar que estamos locos. Oí a mi
madre decir que la gente no puede enamorarse de verdad cuando tiene nuestra
edad, pero no creo que sea cierto. A los adultos les encanta fingir que
nuestros sentimientos no son tan grandes e importantes como los suyos ( que
somos demasiado jóvenes para saber realmente lo que queremos). Pero consideró
que lo que queremos es similar a lo que ellos quieren. Queremos encontrar a
alguien que crea en nosotros. Que se ponga de nuestro lado y nos haga sentir
menos solos.
Tengo miedo de
que suceda algo y cambie el hecho de que eres mi mejor amigo. Ambos
sabemos que hay muchas personas que dicen ser tus amigos y luego no cumplen su
palabra, pero tú nunca has sido así. Estoy divagando por
completo. Me agradas Silas. Demasiado. Tal vez más que los algodones de
azúcar de color verde manzana, los Nerds rosas y, ¡hasta el Sprite! Si, leíste
bien.
Charlie
Querido Silas:
Llevo cerca de
media hora tratando de escribirte esta carta y no sé cómo hacerlo. Supongo que
encontraré una manera, ¿cierto? Tú siempre dices las cosas tan bien; yo soy la
que se amarra la lengua.
Sigo
pensando en lo que hicimos la otra noche, todo el tiempo. Esa cosa que haces
con la lengua... hace que quiera desmayarme sólo de pensarlo. ¿Soy demasiado
franca?¿Te estoy mostrando mis cartas? Mi papá siempre me dice: No le
muestres a la gente tus cartas, Charlie.
No tengo
ninguna carta que quiera ocultarte. Siento que puedo confiarte todos mis
secretos. Silas, me muero de ganas de que me beses así de nuevo. Anoche,
después de que te fuiste, me invadieron sentimientos irracionales de ira contra
todas las chicas del planeta. Sé que es estúpido, pero no quiero que alguna vez
le hagas esa cosa con la lengua a alguien más. No me consideraba una persona
celosa, pero ahora siento celos de cualquier chica a la que hayas querido antes
que a mí. No pienses que estoy loca, Silas, pero si alguna vez miras a otra chica
como me miras a mi, voy a sacarte los ojos con una cuchara. Posiblemente la
mate y te incrimine a ti. Así que, a menos que quieras ser un preso ciego, te
sugeriría que mantengas tus ojos en mi. ¡Te veo en el almuerzo!
¡Te amo!
Charlie
Me sonrojo y miro
a hurtadillas a Silas. Así que hemos... He tenido...
Guardo la carta
debajo de mi pierna para que él no pueda leerla. Qué vergüenza. Hacer eso con
alguien y no recordarlo. Sobre todo porque, en apariencia, él es tan bueno en
esa cosa con la lengua. ¿Qué cosa? Lo vuelvo a ver y esta
vez él también me ve a mi. De inmediato siento que me sonrojo.
–¿Qué? ¿Por qué tienes esa cara?
–¿Qué cara? –respondo, apartando la vista.
Charlie &
Silas
–No te voy a extrañar, Charlie.
Su comentario me
cimbró, así que me di la vuelta y me quedé mirándolo.
–Extrañaré a la chica que eras. Extrañare a
la Charlie de la que me enamoré. Pero esta persona en quien te has
convertido... –Movió la mano trazando el contorno de mi cuerpo–. No es alguien
a quien vaya a extrañar.
Silas
–Deberías quedarte con ellos –digo– El
embarazo adolescente es un problema real.
El
se carcajea con disimulo.
–¿Estas bromeando? ¿No viste cómo se la
pasaron peleando todo el camino?
–Tensión sexual– advierto, mientras empujó la
puerta de la recepción.
Charlie & Silas
–Déjame decirte lo que yo pienso. –Me alejo
de la mesa y lo señaló–. Has arruinado muchas vidas. Pensaste que el dinero
podía tomar el lugar de tus responsabilidades. Tus decisiones llevaron a mamá a
beber. Dejaste a tus hijas con nada, ni siquiera una figura paterna en sus
vidas. Sin mencionar a todas las personas a las que estafaste. Y culpas a los
demás. Porque eres una mierda como ser humano. ¡Y todavía peor como padre!
–vociferó–. No conozco muy bien a Charlie y a Janette, pero creo que merecían
algo mejor.
Me
doy la vuelta y me alejo, lanzando unas palabras finales sobre mi hombro.
–¡Adiós, Brett! ¡Que te vaya bien en la vida!
Charlie
–Auch –exclama Charlie.
–Si –concuerdo–. ¿Olvidaste el cumpleaños de
tu hermanita? Eso es muy egoísta de tu parte.
Ella
me da un golpecito juguetón en el pecho. Le tomó la mano y sucede un momento
entre nosotros. Un segundo en que ella me mira como si sintiera lo que alguna
vez sintió por mí.
Charlie & Silas
–Yo podría pasar cada día llegando a
conocerte de nuevo por completo, Charlie, y no me cansaría de ello.
Silas
Ahora
mismo odio más al padre de Charlie. Por arruinar a una adolescente. Dos, si me
cuento a mí misma. Bueno… tres, ahora que sé de Cora.
Charlie
Si
tan sólo pudiera salir de esta… cosa… podría cuidarla. Ser mejor. Por nosotras
dos.
Charlie
Ella
me devuelve la sonrisa y de pronto mi corazón se siente enorme y pleno.
Charlie
Viéndolo
desde fuera, casi podría asegurarse que éramos almas gemelas antes de que
todo se derrumbará. ¿Por qué creímos que podríamos alterar el destino?
Silas
–Una de las últimas ideas que se me ocurrió
antes de dormirnos fue cómo, mientras tú estabas desaparecida, no me sentía
completo. Pero cuando te encontré, por primera vez estuve seguro de que yo era
Silas Nash. Hasta antes, no sentía que fuera alguien. Recuerdo que me juré,
justo antes de dormirme, que nunca más permitiría que nos separáramos de nuevo.
Así que estaba pensando…
–¿Charlie, y si… cuando rompimos alteramos el
destino?
Silas
–Nos
hemos amado desde niños. Esta conexión ha durado toda nuestra vida, hasta que
factores externos se interpusieron entre nosotros. El asunto de nuestros
padres, las familias odiándose entre sí. Tu enojo conmigo porque creía que tu
padre era culpable. Hay un patrón aquí, Charlie.– Levantó la libreta en donde
he estado escribiendo y observo las cosas que recordamos naturalmente y las que
no–. Nuestros recuerdos… nos acordamos de las cosas que no nos impusieron. Por
lo que sentíamos pasión por cuenta nuestra. Tú recuerdas libros. Yo recuerdo
cómo funciona una cámara. La letra de nuestras canciones favoritas. Ciertos
datos de historia o anécdotas al azar. Pero lo que los demás nos impusieron, lo
olvidamos. Como el fútbol americano.
–¿Y las personas? –pregunta–. ¿Por qué
olvidamos a todas las personas que conocíamos?
–Si recordáramos a la gente, tendríamos
también otros recuerdos. Por ejemplo, cómo los conocimos, el impacto que
tuvieron en nuestras vidas. –Rasco mi nuca–. No sé, Charlie. Mucho de esto no
tiene sentido. Pero anoche sentí una
conexión contigo. Como si te hubiera amado desde siempre. Y esta mañana… no
perdí mis recuerdos. Eso debe significar algo.
Silas & Charlie
–¿Así que lo que sugieres es que… éramos
almas gemelas, pero influencias externas nos arruinaron como personas y dejamos
de amarnos?
–Sí. Tal vez. Eso creo.
Charlie & Silas
–¿Sabes lo que esto significa? –pregunta.
–No.
Ella
se levanta sobre sus codos y me mira.
–Si esto es verdad… sólo tienes treinta y
seis horas para que me enamore de ti.
No
sé si tengo razón o si estamos por desperdiciar el resto del tiempo entrando en
un callejón sin salida, pero sonrío, porque deseo sacrificar las siguientes
horas junto a ella. Ambos observamos el techo.
–Bien, nenita Charlie –manifiesto–. Es mejor
que empecemos.
Ella
coloca un brazo sobre sus ojos y gruñe.
–No te conozco muy bien, pero me doy cuenta
de que te diviertes con esto.
Sonrío,
tiene razón.
–Es tarde –le digo–. Debemos tratar de dormir
algo porque tu corazón va a tener mucho trabajo mañana.
Charlie & Silas
Silas
esta loco.
De
verdad… legalmente loco. Pero, por Dios, me divierto tanto con él. Empezó un
juego que me obliga a seguir en ocasiones que se llama Silas dice. Es igual que Simón
dice, pero con su nombre en lugar del de Simón. Como sea, él es más
agradable que Simón.
Hoy
estábamos en Bourbon Street y hacia tanto calor que empezamos a sudar sin
control. No sabíamos dónde estaban nuestros amigos, además, no nos
encontraríamos con ellos hasta dentro de otra hora. Yo siempre soy la
quejumbrosa, pero esta vez hacia tanto calor que hasta él se quejaba un poco.
De
cualquier modo, pasamos junto a un tipo trepado en un taburete que se
había pintado de color plateado, como un robot. Había un letrero recargado
contra el taburete que anunciaba: Hazme
una pregunta. Obten una respuesta real. Sólo veinticinco centavos.
Silas
me dio una moneda y la eché en la cubeta que había a un costado.
–¿Cuál es el significado de la vida?
–cuestioné al hombre plateado.
Él
giró la cabeza con rigidez y me miró directo a los ojos.
–Eso depende de la vida para la que buscas
significado –dijo, con una voz robótica muy impresionante.
Giré
los ojos en dirección a Silas. Otro truco para engañar a los turistas… Aclaré
mi pregunta para no desperdiciar la moneda por completo.
–¿Cuál
es el significado de mí vida?
Dio un paso raquítico para bajar de su
taburete y se doblo en un ángulo de noventa grados. Con sus dedos de robot,
tomó la moneda de la cubeta y la colocó en la palma de mi mano. Miró a Silas y
luego a mí y sonrió.
–Tú
querida, ya encontraste tu significado. Todo lo que queda por hacer es bailar.
Entonces el sujeto plateado empezó a bailar. De
verdad… ni siquiera con un estilo de robot. Surgió una enorme y tonta sonrisa
en su cara, levantó los brazos como una bailarina y brincó como si nadie lo
estuviera viendo.
En
ese momento, Silas tomó mis manos.
–Bai-la-con-mi-go –solicitó imitando la voz
del robot.
Trató
de jalarme a la calle para que bailara con él pero, ¡por Dios! No. ¡Qué
vergüenza! Me aparté de él, pero me rodeo con sus brazos e hizo eso de poner su
boca justo en mi oído. Él sabe que adoro eso, así que fue injusto.
–Silas dice… baila –susurró.
No
se qué sucedió en ese momento. Habrá sido que honestamente no le importó que
nadie más nos viera o que aún hablaba con esa tonta voz de robot. Lo que haya
sido, estoy muy segura de que hoy me enamoré de él. Una vez más, por completo.
Por décima ocasión.
Así que hice lo que Silas dijo. Bailé. ¿Y sabes? Resulto divertido. Demasiado
divertido. Bailamos por toda la plaza Jackson y todavía estábamos haciéndolo
cuando nuestros amigos nos encontraron. Estábamos cubiertos de sudor y sin
aliento, y si no hubiéramos sido nosotros los que estábamos en la acera,
probablemente yo sería la chica que arrugó la nariz y murmuró: ¡Qué oso!
Pero
no soy esa chica. Nunca quiero ser como ella. Por el resto de mi vida, quiero
ser la chica que baila con Silas en la calle. Porque él está loco. Y por eso lo
amo.
Charlie
Cuando despertemos mañana, sólo tendremos un día. Quiero
que ella olvide lo que está pasando alrededor de nosotros, que se concentre
genuinamente en nuestra conexión y en nada más.
Conociendo a Charlie… va a ser difícil. Necesitaré
algunas locas habilidades para lograrlo.
Por fortuna… yo estoy loco. Por eso ella solía amarme.
Silas
–Muy bien,
entonces, ¿cómo se supone que haremos esto? –pregunto mientras caminamos hacia
el carro–. ¿Nos vamos por el Bayou en un bote de remos mientras los grillos
cantan Bésala?
–No quieras
pasarte de lista. –Silas sonríe. Antes de llegar al carro, me detiene, me toma
la mano y me jala hacia él. Lo observo, sorprendida–. Charlize. –Mira primero
mis labios y luego mis ojos–. Dame media oportunidad, verás que puedo lograr
que te enamores de mí.
Charlie & Silas
Me siento tan extraña, no sé cómo actuar, así que
finjo un estornudo. Él ni siquiera responde: salud. Sólo me sonríe, como si supiera que fue falso.
–Detente –le
pido–. Me estás mirando.
–De eso se
trata, Charlie. Mírame a los ojos.
Estallo en risas.
Charlie & Silas
–De acuerdo
con una carta que escribiste, la primera vez que tuvimos sexo fue…
–No. No
quiero ir allí. ¿Dónde encontraste esa carta? Creí que la había escondido.
–No muy bien
–sonríe Silas.
Me gusta este Silas, el coqueto. Aunque mañana olvidemos
todo de nuevo, por lo menos pinta un buen día con todo esto.
–Vamos a algún
lugar divertido –solicito–. No recuerdo la última vez que me divertí.
Ambos estallamos en carcajadas al mismo tiempo.
Realmente me agrada Silas. Es tan fácil estar cerca de él. Quizá se pasa de
risueño. Estamos completamente jodidos en este momento y él sigue sonriente.
Preocúpate un poco, muchacho. Él me provoca a la risa cuando debería estar
consternada.
–Está bien.
Aunque me gustaría más ir a ese lugar de la carta donde hice esa cosa con mi
lengua, pero…
En cuanto las palabras salen de su boca, mi puño se
estira y le da un golpe en el brazo. Es automático (debe pertenecer a Charlie).
Él toma mi mano antes de que pueda apartarla y la lleva hacia su pecho. Esto
también se siente como algo de antes, algo que pertenece a ellos (a Charlie y a
Silas, no a este sujeto y a mí).
La posición en que quedamos me hace sentir agotada.
No puedo permitirme el cansancio, así que me aparto y miro por la ventanilla.
–Te
defiendes con todas tus fuerzas –me reta–. Eso desafía nuestra teoría.
Tiene razón, así que para hacer las paces, me estiro
y tomo su mano.
–Esta soy yo,
enamorándome de ti –le digo–. Amor profundo, del alma.
–Me pregunto
si serás menos necia cuando recuperes la memoria.
Enciendo la radio con la mano que tengo libre.
–Lo dudo
–sentencio.
Charlie & Silas
Me gusta ser la razón de sus sonrisas. No se
requiere mucho para que las comisuras se tuerzan, pero para que su boca se
curve por completo, debo ser extra descarada. Ahora, mientras avanza entre el
tráfico, sonríe de lleno.
Charlie
–¿Dónde
estamos?
–No lo sé
–contesta Silas–. Pero debemos salir del carro.
–Está
lloviendo.
–Sí. Silas
dice… sal del carro.
–¿Silas
dice…? ¿Cómo Simón dice?
Él se me queda mirando, a la expectativa, así que me
encojo de hombros. Honestamente, ¿qué tengo que perder? Abro la puerta del
carro y salgo a la lluvia. Es cálida. Levanto el rostro y dejo que me golpee.
Escucho que Silas azota la puerta y corre hacia la
parte delantera del automóvil, luego se para enfrente de mí.
–Silas dice…
corre alrededor de la camioneta cinco veces.
–Eres raro,
¿lo sabes?
Me mira con autoridad. Me encojo de hombros de nuevo
y corro.
Charlie & Silas
Cinco vueltas después me detengo, ambos estamos
empapados por completo. De sus pestañas cuelgan gotas de agua que van a
resbalar por su cuello bronceado. ¿Por qué siento la urgencia de rozar con mi
lengua esos surcos de agua?
Ah, sí. Estábamos enamorados. O quizás porque él es endiabladamente atractivo.
Charlie
–Silas dice…
entra en ese local y pide un hotdog. Cuando te digan que no tienen, golpea el
suelo fuerte con tu pie y grita como lo hiciste ayer en el hotel.
–Qué…
Cruza sus brazos sobre su pecho.
–Silas dice…
[…]
Silas me está esperando afuera. Se dobla de la risa.
Charlie & Silas
Antes de irnos, Silas frota un poco más de azúcar en
mi cara y mi pelo. Le regreso el favor. Este chico es divertido. Tal vez
comienzo a entender lo que Charlie ve en él.
Charlie
–Silas dice…
abre el libro en una página al azar y lee las primeras frases que veas…
Ella se ríe.
–Eso es
fácil.
–No he
terminado. Silas dice… lee las frases a todo pulmón.
Ella se da la vuelta para quedar de frente a mí, con
los ojos muy abiertos. Una sonrisa traviesa se asoma por su boca. Se yergue
mientras sostiene el libro enfrente de ella.
–Bien
–advierte–. Tú lo pediste. –Se aclara la garganta y luego, con la mayor fuerza
posible, lee–: ¡Hizo que me casara con ella! ¡Hizo que le comprara un avión
mágico para llevarla lejos, volando a un lugar donde nada malo pudiera ocurrir
jamás! ¡Hizo que me esparciera pegamento por todo el pecho y luego me acostara
sobre ella para que quedáramos pegados, juntos, y así doliera horrores si
alguna vez tratábamos de separarnos!
Charlie & Silas
El destino es la
atracción magnética de nuestras almas hacia la gente, los lugares y las cosas
que son parte de nosotros.
Charlie
–No sé si
normalmente creería en eso de las almas gemelas –le explico–. Pero durante las
próximas veinticuatro horas, me jugaría la vida para que fuera verdad.
Ella presiona por completo su espalda contra la
pared de libros, frente a mí. Entregaría mi vida al destino ahora mismo. De
alguna manera que no comprendo, siento más por esta chica de lo que cabe en mi
interior. Y, más que nada en el mundo, deseo que ella sienta lo mismo. Que
quiera lo mismo. Lo que quiero… en este mismo instante… es que mi boca esté en
la suya.
–Charlie…
-Suelto el mechón de pelo y llevo mi mano a su mejilla. La toco con suavidad,
recorro su pómulo con la yema de mis dedos. Su respiración es rápida y superficial–.
Bésame.
Ella se recarga contra mi mano, sus ojos revolotean.
Por un momento, creo que va a hacerlo. Pero, entonces, una sonrisa se roba su
expresión cálida.
–Silas no lo
dijo –sentencia.
Ella pasa bajo mi brazo y desaparece deprisa por el
siguiente pasillo.
Charlie & Silas
Resulta que no nos gustan los cangrejos. Por
fortuna, también había tiras de pollo en el menú. El pollo sí nos agrada a
ambos.
–Debemos
anotar eso en algún lado –comenta; camina de reversa por en medio de la calle–,
que odiamos los cangrejos. No quiero revivir esa horrible experiencia.
–¡Espera!
Estás a punto de –Charlie cae sobre su trasero antes de que pueda terminar la
frase– … caer en un bache –finalizo.
La ayudo a levantarse, pero no puedo hacer gran cosa
por sus pantalones. Finalmente nos habíamos secado después de la lluvia, y
ahora se han vuelto a empapar. Y esta vez con agua fangosa.
–¿Estás
bien? –cuestiono, tratando de no reírme.
Tratando es la palabra clave. Porque me estoy riendo con más fuerza que en todo el
día.
–Sí, sí
–dice ella, intentando limpiarse el lodo de los pantalones y las manos. Ella
entrecierra los ojos y señala el charco de lodo–. Charlie dice.. siéntate en el
bache, Silas.
Niego con la cabeza.
–No. De ninguna
manera. El juego se llama Silas dice.
No Charlie dice.
Ella arque la ceja.
–Ah, ¿de
verdad? –Se acerca un paso–. Charlie dice… siéntate en el bache. Si Silas hace
lo que Charlie dice, Charlie hará cualquier cosa que Silas diga.
¿Es una especie de invitación? Me gusta la Charlie coqueta. Observo el bache. No es tan profundo.
Me volteo y bajo el cuerpo hasta quedar sentado en el charco de agua lodosa,
con las piernas cruzadas. Mantengo mis ojos en la cara de Charlie, sin
atestiguar la atención de los transeúntes, que seguramente atraemos. Ella se
traga la risa, pero compruebo el placer que le causa esto.
Permanezco en el bache hasta que empiezo a
avergonzar incluso a Charlie. Después de varios segundos, también me recargo sobre los codos. Alguien me saca una foto, así que ella hace una seña para que
me ponga de pie.
–Levántate
–ordena, mirando alrededor–. Apúrate.
Sacudo la cabeza.
–No puedo.
Charlie no lo dijo.
Ella toma mi mano, ríe.
–Charlie
dice levántate, tonto. –Me ayuda a
ponerme de pie y agarra mi camisa, esconde su cara ente mi pecho–. Oh, Dios
mío, todos nos están viendo.
La abrazo y
comienzo a mecerme de un lado al otro, lo que con toda probabilidad ella no
esperaba. Me mira por entre la camisa, que aún aprieta con los puños.
–¿Podemos
irnos ahora? Vámonos.
Niego con la cabeza:
–Silas dice…
baila.
Sus cejas se juntan en un gesto arrugado.
–¡No lo
dices en serio!
Hay varias personas detenidas en la calle, algunas
de ellas nos toman fotos. No las culpo. Yo también tomaría foros de un idiota que se sentó por
voluntad propia en un charco de lodo.
Hago que suelte mi camisa y que sostenga mis manos
mientras la obligo a bailar una música inexistente. Al principio está tiesa,
pero luego deja que la risa supere su vergüenza. Nos mecemos y bailamos por
Boubon Street, saltando entre la gente. Todo el tiempo, ella se ríe como si no
le importara el mundo en absoluto.
Llegamos a un hueco entre la multitud. Ya no damos
vueltas, ahora la atraigo hacia mi pecho y nos mecemos suavemente, hacia
delante y atrás. Ella me está mirando, sacude la cabeza.
–Estás loco,
Silas Nash.
Afirmo con la cabeza.
–Qué bien.
Eso es lo que te encanta de mí.
Su sonrisa se desvanece por un momento y su
expresión provoca que la deje de mecer. Coloca su palma sobre mi corazón y
observa el dorso de su mano. Supongo que más que latidos, la vibración que
percibe de mi corazón es parecida a un tambor en medio de una procesión.
Nuestros ojos se encuentran. Separa los labios y
susurra.
–Charlie
dice… besa a Charlie.
La hubiera besado de cualquier manera. Mi mano
envuelve su pelo un segundo antes de que mis labios se encuentren con los
suyos. Cuando su boca se abre para recibir la mía, siento como si ella hiciera
un agujero en mi pecho y apretara mi
corazón con la mano. Duele. No, no duele, es hermoso, es aterrador. Quiero que
este momento dure una eternidad, pero me quedaré sin aliento si
el beso dura un minuto más. Mi brazo rodea su cintura y, cuando me acerco, ella
gime en silencio dentro de mi boca.
Dios mío.
Para
lo único que tengo espacio en la cabeza es para la firme convicción de que definitivamente el destino sí existe.
Destino… almas gemelas… como se llame. Todo existe. Porque así es como se siente
su beso. Existencia.
Saltamos cuando alguien choca contra nosotros.
Nuestras bocas se separan, pero se requiere un gran esfuerzo para liberarnos de
la atracción que nos somete. El ruido de las puertas abiertas a lo largo de la
calle regresa a mi conciencia. Las luces, las personas, las risas. Todas las
cosas externas que por diez segundos habían quedado bloqueadas. El sol está
terminando de ocultarse y la noche transforma la calle en otro mundo. Lo que más
quiero es salir de aquí. Sin embargo, ninguno de los dos parece capaz de
moverse. Siento como si mi brazo pesara diez kilos cuando estiro para tomar su
mano. Ella desliza sus dedos entre los míos y empezamos a caminar en silencio,
de regreso al estacionamiento.
Charlie & Silas
–Él arruinó
muchas vidas, Silas. Merece pagar por ello.
Charlie
–Charlie
dice… deja el equipo de futbol –lo reto.
–Tal vez lo
haga.
Tras eso, abre la puerta de su recámara de par en
par. Escucho que baja corriendo las escaleras de dos en dos. Espero un momento
a la expectativa de qué se trae entre manos. Poco después sube deprisa. Su
puerta vuelve a abrirse y él sonríe.
–Acabo de
anunciarle a mi padre que dejo el equipo de futbol –dice con orgullo.
–¿Qué
respondió?
Se encoge de hombros.
–No sé.
Debió asustarme, porque subí corriendo las escaleras luego, luego.
Charlie & Silas
–Confía en
tus instintos. No en tú corazón, porque este se la pasa complaciendo a la
gente; y tampoco en tu cerebro, porque depende demasiado de la lógica.
Charlie
–Charlize,
eres muy sexy cuando te pones profunda y dices cosas como esa. Así que, a menos
que quieras jugar otra ronda de Silas
dice, tal vez quieras dejar de lado esos pensamientos.
Pongo la playera en el suelo y lo miro. Pienso en lo
que pasó hoy. En nuestro beso y en que mentiría si dijera que no esperaba otro
beso así esta noche, ahora, en privado, sin una docena de ojos sobre nosotros.
Estiro la mano hacia abajo y jalo un pedazo de la alfombra. Puedo sentir que el
calor se agolpa en mi rostro.
–¿Y qué si
yo quiero jugar otra ronda de Silas dice?
–Pregunto.
–Charlie… –empieza,
como si mi nombre fuera una advertencia.
–¿Qué diría
Silas?
Nos ponemos de pie. Él pasa una mano por su nuca y
mi corazón golpea como si tratara de liberarse y salir huyendo del cuarto,
antes de que Silas pueda llegar a él.
–¿Estás
segura de esto? –inquiere, barriéndome en con los ojos.
Afirmo con la cabeza. Por qué no. De acuerdo con nuestras cartas, esta no sería la
primera vez que lo hiciéramos y hay altas probabilidades de que no lo
recordemos mañana.
–Estoy
segura –confirmo, intentando mostrarme más fuerte de lo que ahora mismo me
siento–. Es mi cosa favorita.
De pronto parece firme, más plantado en su propia
piel. Es emocionante verlo así.
–Silas dice…
quítate la blusa.
Alzo las cejas, pero hago lo que me pide, pasando el
dobladillo de la blusa por arriba de mi cabeza. Escucho que respira hondo, pero
no puedo verlo a los ojos. El tirante de mi brasier se cae de mi hombro.
–Silas dice…
baja el otro tirante.
La mano me tiembla un poco mientras lo hago. Da un
paso lento hacia mí, contemplando mi brazo que todavía está cruzado sobre mi
pecho. Sus ojos parpadean hacia los míos. Las comisuras de su boca se elevan.
Él cree que voy a abandonar el juego. Lo sé.
–Silas dice…
abre el broche.
El broche está al frente. Mantengo los ojos fijos en
los suyos mientras lo abro. La nuez de su garganta se agita mientras me lo
quito del todo y lo cuelgo en la yema de mi dedo. El aire frío y, sobre todo,
su mirada hacen que me quiera dar la vuelta. Sus ojos siguen el brasier
mientras cae al suelo. Cuando hace contacto visual conmigo, está sonriendo. No
sé que hace: parece tan feliz y tan serio al mismo tiempo.
–Silas dice…
ven aquí.
No puedo contrariarlo cuando me mira así. Camino
hacia él. Cuando estoy lo suficientemente cerca, él estira la mano. La coloca
detrás de mi cabeza y trenza sus dedos en mi pelo.
–Silas dice…
–Cállate
Silas –interrumpo–. Sólo bésame.
Baja la cabeza y atrapa mis labios en un beso
profundo que me inclina hacia arriba. Presiona su boca contra la mía en un beso
suave; una, dos, tres veces, antes de separar mis labios con su lengua. Besar a
Silas es rítmico, como si hubiéramos tenido otras tardes, además de esta, para
perfeccionarlo. Su mano aprieta fuertemente mi pelo en la zona del cuero
cabelludo, provoca que se me debiliten las rodillas. Me quedo sin aliento y mis
ojos se ponen vidriosos.
¿Confío en él?
Confío en él
–Charlie
dice… quítate la camisa –dicto contra su boca.
–El juego se
llama Silas dice.
Subo mis manos por la cálida piel de su estómago.
–Ya no.
Charlie & Silas
–Nenita
Charlie –susurro, colocando mi brazo sobre ella. Presiono mis labios contra la
curva de su hombro. Ella gruñe, luego jala las cobijas sobre su cabeza–.
Charlie, es hora de despertar.
Ella se gira para darme la cara, pero permanece bajo
la cobija. Paso esta sobre mi cabeza, para que ambos quedemos cubiertos. Ella
abre los ojos y frunce el ceño.
–Hueles bien
–dice–. No es justo.
–Tomé una
ducha.
–¿Y te
cepillaste los dientes?
Afirmo con la cabeza y su frente se arruga.
–Eso no es
justo. También quiero cepillar los míos.
Retiro la cobija de nuestras cabezas, ella se cubre
los ojos con una mano y gruñe.
–Entonces
apúrate y cepíllate los dientes para que puedas regresar y darme un beso.
Se arrastra a duras penas fuera de la cama y se abre
paso al baño. Escucho que el agua corre en el lavabo, pero el sonido es ahogado
por los ruidos que vienen escalaras abajo. Ollas y sartenes golpeándose entre sí,
puertas de alacenas que se azotan. Suena como si alguien estuviera limpiando.
Miro el reloj, son casi las 9:00 a.m.
Dos horas más.
La puerta del baño se abre, Charlie corre por el
cuarto y salta en la cama, con urgencia se echa las cobijas encima.
–Hace frío
allá fuera –comenta, con labios temblorosos. La atraigo hacia mí y presiono mi
boca contra la suya–. Mejor –murmura.
Charlie & Silas
Me besa de nuevo, suavemente. Puedo percibir que su
corazón se acelera y estoy consciente de que no es porque nos besamos debajo de
las cobijas, sino porque está asustada. Desearía llevarla adonde no tuviera
nada que temer, pero no puedo. La atraigo hacia mí y la abrazo. Me quedaría
aquí para siempre, pero sé que tenemos cosas que hacer justo ahora.
Silas
–Esperaremos
lo mejor, pero debemos prepararnos para lo peor –sugiero.
Ella asiente refugiada en mi pecho.
–Lo sé.
Cinco minutos más, ¿te parece? Vamos a quedarnos aquí por cinco minutos más y
finjamos que estamos enamorados como antes.
Exhalo.
–En este momento,
yo no necesito fingir, Charlie.
Ella sonríe y presiona sus labios contra mi pecho.
Charlie & Silas
Charlie escribe Pan
francés con Nutella en un papel y dibuja dos corazones a un lado. Luego
agrega una frase complementaria: ¡Odias
los cangrejos, Charlie!
Charlie
Me siento en la cama y la atraigo contra mi pecho.
Ella descansa su cabeza sobre mi hombro y levanta su cara hacia la mía.
–Creo que tú
siempre fuiste un poco más agradable que yo, pero creo que ninguno de los dos
pueda estar orgulloso de quienes éramos.
Le doy un beso rápido y recargo la cabeza contra la
pared.
–Creo que
somos producto de nuestro entorno. Inherentemente, somos buenas personas.
Podríamos perder otra vez nuestros recuerdos, pero somos los mismos por dentro.
De alguna manera, queremos hacer el bien. Ser buenos. En el fondo nos amamos.
Mucho. Y sin importar lo que nos sucede, no ha cambiado eso.
Charlie & Silas
No quiero aceptar la posibilidad de que en unos
cuantos minutos, podría no saber quién es él.
Charlie
–¿Qué es lo
que te da más miedo de olvidar? –pregunta
Abro los ojos.
–A ti.
Él pasa su pulgar por mi boca y se inclina para
besarme.
–Yo igual.
Te amo, Charlie.
–Yo también
te amo, Silas –digo sin la menor duda.
Cuando nuestros labios se encuentran ya no estoy
asustada. Sé que pase lo que pase en los próximos segundos… Silas estará aquí y
eso me reconforta.
Charlie & Silas
–¿Charlie?
Sus ojos, bañados por lágrimas, se desplazan hacia
los míos. Se cubre velozmente la boca con una mano. No sé si esta a punto de
gritar. Debí poner una nota en la puerta como la última vez.
Baja la vista a la cama y lleva su mano al pecho.
–Tú estabas
vestido de negro –susurra.
Su mirada recae en la almohada junto a mí. La
señala.
–Estábamos
justo allí. Tú tenías una playera negra y yo me burlaba porque te quedaba muy
ajustada. Dije que te parecías a Simon Crowell. Tú me echaste contra el colchón
y luego… –Sus ojos encuentran los míos–. Y, entonces, me besaste.
Muevo la cabeza de arriba abajo porque, de alguna
manera… recuerdo cada momento de esa anécdota.
–Fue nuestro
primer beso. Teníamos catorce años –digo–. Pero quería besarte desde que teníamos doce.
Ella se vuelve a tapar la boca. Los sollozos agitan
su cuerpo. Se lanza hacia delante, pasa sus brazos alrededor de mi cuello. La
atraigo a la cama conmigo y todo regresa en oleadas.
–¿La noche
en que te atraparon metiéndote sin permiso? –pregunta ella.
–Tu mamá me
persiguió con un cinturón hasta que salí por la ventana de tu recámara.
Charlie empieza a reír entre lágrimas. La sostengo
contra mí, con la cara presionada contra su cuello. Cierro los ojos y recorro
todos los recuerdos. Los buenos. Los malos. Todas las noches que ella lloró en
mis brazos por lo que sucedió con sus padres.
–Las
llamadas telefónicas –murmura–. Cada noche.
Se exactamente a qué se refiere. La llamaba por
teléfono cada noche y platicábamos durante una hora completa. Cuando nuestros recuerdos nos dejaron, nunca pudimos descubrir de qué tanto hablábamos cada noche, si
nuestra relación se estaba desmoronando.
–Jimmy
Fallon – señalo–, los dos adorábamos a Jimmy Fallon. Te llamaba cada noche
cuando empezaba su programa y lo mirábamos juntos.
–Pero no
hablábamos –agrega–. Sólo mirábamos el programa juntos sin decir una palabra y
luego nos íbamos a dormir.
–Porque me
encantaba escuchar tu risa.
No sólo me inundan los recuerdos, también los
sentimientos. Todos los sentimientos que alguna vez he experimentado por esta
chica se desdoblan y, por un segundo, no estoy seguro de poder asimilar todo.
Nos abrazamos con fuerza mientras revivimos toda una
historia de recuerdos. Pasan varios minutos mientras ambos reímos por los
buenos, y luego más minutos mientras sucumbimos a los no tan buenos. El daño
que nos provocaron nuestros padres. El que nos causamos a nosotros mismos. El
daño que hemos provocado a otras personas. Sentimos cada parte de él, todo a la
vez.
Charlie aprieta mi camisa con sus puños y entierra
su cara en mi cuello.
–Duele, Silas. No quiero ser esa chica de
nuevo. ¿Cómo podemos estar seguros de que no somos las mismas personas de
antes?
Acaricio
su nuca con mi mano.
–Pero somos
esas personas. No podemos dejar de ser lo que hemos sido, Charlie. Pero
podemos controlar lo que somos ahora.
Levanto su cabeza y sostengo su cara entre mis manos.
–Charlie, tienes que prometerme algo. –Limpio
sus lágrimas con mi dedo pulgar-. Prométeme que nunca dejarás de amarme de
nuevo. No quiero olvidarte otra vez. No quiero olvidar un solo segundo contigo.
Ella
sacude la cabeza.
–Lo juro. Nunca dejaré de amarte, Silas. Y
nunca olvidaré.
Hundo mi cabeza hasta que mi boca encuentra la suya.
–Nunca,
nunca.
Charlie & Silas
Silas va a traer la cena. Lo espero parada frente a
la ventana de la cocina, mientras finjo lavar vegetales para una ensalada. Me
gusta pretender que lavo cosas en el fregadero, sólo para verlo cuando aparece
en el camino de la entrada.
Charlie.
Su carro se detiene diez minutos después; mis dedos
están arrugados por el agua. Tomo un paño de cocina para secarme; siento esas
malditas mariposas en el estómago. Nunca se van. Por lo que he oído, es algo
extraño después de tantos años de matrimonio.
Charlie
Son el epítome del amor adolescente, siempre tienen
ojos de borrego y no pueden dejar de tocarse, justo como solíamos ser Silas y
yo. Todavía lo somos.
Charlie
Me
despido lector, que tengas unas maravillosas y mágicas lecturas.
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