Frases Corazón de mariposa

Empiezo a correr. No sé a dónde voy. Me pongo los cascos para no tener que escuchar el runrún incesante de mis pensamientos, para dejar atrás sus excusas venenosas, susurradas entre el eco de las calles de Dublín.
Victoria

… pero yo solo puedo pensar en los kilómetros, en la distancia y en las despedidas que llegan demasiado pronto.
Victoria

Coge esas alas rotas y aprende a volar.
The Beatles

Solo quería que todo ese odio que llevaba dentro se disipase, fluyese libre como la sangre rojo fresa que corría por mis muñecas.
Victoria

Con un par de pasos rápidos me deja sola, abandonándome a  mi tristeza.
Victoria

Y no había nada que yo deseara más que ser feliz. Antes… antes incluso parecía sencillo.
Victoria

Deberían dejarnos respirar, ir a nuestro ritmo. Nadie respeta nuestro ritmo. Nos movemos a la velocidad del sonido y resulta inevitable chocar cuando lo haces.
Victoria

A veces es extraño que fuera, en la calle, brille el sol, cuando tú en casa sientes que todo lo que te rodea es gris; que haga un frío de mil demonios y, por mucho que te abrigues, no consigas alejarlo de ti; que la gente siga preguntándote cómo te encuentras, aunque la respuesta sea obvia. A veces, la vida es así de extraña y no eres capaz de averiguar qué haces tú en ella. Alguien debería pedirnos permiso antes de arrojarnos, como un paquete demasiado pasado, en este mundo.
Victoria

Es curioso cómo notas el tiempo pasando tan despacio y sin embargo, cuando te das cuenta, el presente ya se ha desvanecido. Todo es pasado y nada es futuro.
Victoria

Claro, era eso, para ellos aquellos dos meses que pasé en la clínica no son más que un paréntesis; no importan, no cuentan, se borran como una tilde mal puesta sobre el papel. Pero yo no puedo sencillamente <<continuar con tu vida justo donde la dejé>> porque esa vida ya no es mía. Mi vida ahora es distinta y no puedo obviar la hospitalización; no puedo robarle sensaciones a mi memoria.
Victoria

Las cicatrices horizontales de mis muñecas parecen crecer debajo de las mangas que las cubren. De pronto me arden, me queman como la lejía, y yo no puedo hacer nada… solo huir.
Victoria

Mis muñecas abiertas y la cara de Marcos cuando me dijo esas cuatro últimas palabras ocupan todo mi campo visual, haciendo que el mundo real, el verdadero, se descomponga.
Victoria

Mis ojos se detienen en la hoja afilada y mis cicatrices cerradas. Aparto la vista. Soy una chica fuerte, soy una chica fuerte, soy una chica fuerte… No tengo por qué hacerlo; eso no puede volver a convertirse en un hábito.
Victoria

Una lágrima sigilosa se confunde con las gotas de agua que invaden mis mejillas. Todo es demasiado complicado.
Victoria

El mundo no es un lugar seguro.
Victoria
- ¿Ves? Las serpientes tienen una connotación negativa en Asia, pero las flores -las acaricia suavemente con las yemas. El bus pasa, y ni él ni yo subimos- simbolizan la armonía y la belleza. Como yo, que parezco un delincuente juvenil pero en el fondo no soy mal chico.
Kenji

No voy a pensar en la sangre que bajaba caliente por mi antebrazo, ni en la navaja de cachas de azabache, ni en la habitación blanca en la que desperté. Solo soy una chica y él es solo un chico.
Victoria

Ha pasado tanto tiempo que ya no sé cómo se trata a las personas, cómo se habla con alguien de mi edad, cómo se interpretan los gestos y las frases.
Victoria

-Oye… eh… quizá no debería decirte esto -balbucea, con la vista clavada en sus sucias zapatillas de deporte-, pero sé lo que se siente cuando cruzas la línea roja. -Su voz se vuelve profunda. Involuntariamente me inclino hacia él, oliendo su aroma a jabón y cigarrillos-. Cuando intentas suicidarte.
La respuesta sale de mis entrañas atropelladamente. Otro bus se acerca y lo dejamos pasar, aspirando el denso humo gris del tubo de escape.
-Yo no he intentado suicidarme.
Cruza y descruza los tobillos, moviendo el cuello de arriba abajo. Parece un muñeco al que le hayan dado muy poca cuerda.
-También se lo que se siente cuando no intentas suicidarte -murmura tan delicadamente  que su voz casi se pierde entre la lluvia.
Con los dedos separa de nuevo la manga de su sudadera y pega su brazo al mío. El abrigo impide que sienta el calor de su piel. A cámara lenta, Kenji gira el miembro, enseñándome su cara interna. Abro los ojos. Cruces y hélices y líneas paralelas recorren sus venas desde la muñeca hasta el codo. Algunas están hinchadas y rojas; otras, casi curadas, se confunden con su piel dorada.
-Sé que es complicado. -Suspira, apartándose el cabello de la cara con un movimiento de cabeza-. Así que espero que estés bien.
Victoria y Kenji

No estoy bien. No estoy bien. No estoy bien. No estoy para nada bien y ni mi madre, ni mi padre, ni mi hermana, ni Néstor, ni tan siquiera la doctora Robles pueden comprenderlo.Me piden que piense positivo y que destruya las ideas de odio, pero en mi mente solo hay lugar para contar calorías y estoy harta y aun con todo eso necesito adelgazar. No estoy bien.
Victoria

-De acuerdo. -Parece decepcionado-. Cuídate, anda. No dejes que todo te desborde.
Kenji

Echo a andar en dirección contraria, sintiendo cómo las cruces de su brazo abren la cámara secreta de mis pulmones, permitiéndome respirar. Somos un par de trenes en marcha que todavía no han aprendido a frenar.
Victoria

Mi cabeza, que lo recoge todo con demasiada intensidad, da vueltas como una noria, amenazando con estallar de un momento a otro, repartiendo sesos y malos pensamientos entre mis compañeros.
Victoria

…haciendo tintinear las pulseras doradas que cubren su muñeca izquierda (no cicatrices ni heridas supurantes, solo pulseras).
Victoria

Para mi no hay otros días, ni futuros brillantes, ni planes que hagan latir mi corazón. Para mí solo hay calorías, días vacíos que llenar con cifras cada vez más pequeñas, kilos que erradicar antes de que se conviertan en chapapote dentro de mi cuerpo, envenenándome y ahogándome.
Victoria

A nadie le gusta admitir que tiene anorexia porque, a partir del instante en que lo haces, dejas de ser una persona. Te conviertes en un número en una lista, es un caso perdido, en una loca que juega a coser alambres de espino sobre sus costillas. Todos se miran y dicen: <<¡Come!>>, sin saber que lo que te piden es tomar la decisión más difícil de tu vida. La anorexia es una enfermedad egoísta y, aunque es una vergüenza tenerla, a veces me gusta. A veces consigue que me sienta fuerte porque soy capaz de hacer cosas que los demás no pueden. Adelgazar es mi talento más arraigado.
Victoria

Un click. Solo seis palabras. Un millón de lágrimas, redondas como monedas, que se asoman a las ventanas de mis párpados sin llegar a salir.
Victoria

Es tan difícil fingir estar bien…
Coco

Llevo los ojos pintados, un vestido corto negro y un par de pendientes de plata, como una chica normal. Quien me encuentre en la calle no podrá ver el sufrimiento almacenado detrás de mis iris.
Victoria

Las voces, las imágenes, los pensamientos se deslizan a mi alrededor a la velocidad del sonido, chocando en estallidos atómicos. Las sensaciones son demasiado intensas.
Victoria

Lejos del lugar donde mis venas se abrieron, expulsando sangre rojo fresa sobre los azulejos; donde tú me encontraste, sin expectativas, de donde tú me sacaste; donde se esconden los fantasmas de cuatro palabras afiladas; donde se erigió un santuario en mi honor, enterrándome cuando aún estaba viva. Lejos.
Victoria

Vagos recuerdos de ella y yo en mi cama (de noche, hablando en susurros) recorren mi cabeza como balas. Ya no queda nada de eso. Se ha esfumado, como todo lo demás.
Victoria

-Nadie acierta con la familia.
Kenji

Al cogerme la mano, su pulgar instintivamente se detienen sobre la cicatriz de mi muñeca.
No dice nada, únicamente me mira.
Victoria

-No es algo de lo que me sienta orgulloso -dice él, apretando los dientes. No especifica a qué, pero sé que se refiere a sus heridas-, ni de lo que hable con todo el mundo. -Inspira-. Hacía mucho tiempo que no veía a alguien cortarse como me corto yo; mucho tiempo desde que no veía la sangre saliendo de las muñecas de otra persona, como sale de las mías. -Se muerde la cara interna de las mejillas, pestañeando. Mis pensamientos se autodestruyen en mis neuronas-. Yo… cuando te vi ese día, en el suelo teñido de rojo, no supe qué hacer. Pensé en dejarte ahí, esperar a que alguien más te encontrara, pero tuve miedo. Porque me di cuenta de las posibles consecuencias que tarde o temprano…
Kenji

… A veces el dolor es tan profundo que creo que podré sacarlo de mi interior a través de mis heridas.
Kenji

Sus dedos reptan por la manta del navajo y, con suma delicadeza, se introducen dentro de mi abrigo. Toca mis heridas con sus yemas, siguiendo el curso marcado por la navaja hace ya tantos días.
Victoria

Porque sí. Porque me odio profundamente. Porque en mi casa recibo muchas palabras de ánimo, pero ninguna de las respuestas que necesito. Porque la gente huye patológicamente de mí. Porque estoy gordísima y nadie más que yo parece verlo. Porque mis lágrimas ya están secas. Porque es el único modo que tengo de dejar de sufrir. Porque necesito castigarme desesperadamente. Porque quieren alimentarme como si fuera ganado. Porque estoy atrapada dentro de un cuerpo que solo me provoca asco. Porque no merezco vivir así.
Victoria

Me fijo en que las estrellas, al igual que las personas, sienten esa imperiosa necesidad de juntarse las unas con las otras. Forman cúmulos imperfectos, recorren el firmamento en galaxias gigantescas. Porque tienen miedo a estar solas.
-Estaría bien viajar allá arriba alguna vez. -Suspiro, mordiéndome el labio inferior. Kenji se da la vuelta y me escudriña con los párpados bajados. Los combinados forman una cascada que baja en zigzag por mis tripas-. Y no volver nunca. Quedarme ahí, en el silencio.
Victoria

Ojalá tuviese la facultad de cerrar mis oídos a mis propios pensamientos.

Victoria

Kenji no separa sus ojos de mí. Sus dedos callosos, curtidos por el trabajo, recorren con precisión las líneas que dividen mis venas azules.
Victoria

-Que estás loco.
-Lo estoy -confiesa-. Pero eso solo forma parte de mi encanto personal.
Victoria y Kenji

-… Nunca he soportado muy bien los climas calurosos. Creo que prefiero quedarme ahí abajo.
-Conmigo, espero -bromea él, apoyando la cabeza sobre la palma de su mano abierta.
Victoria y Kenji

-Esto sonará a tópico asqueroso, pero me alegro de haberte salvado. Aunque la vida es una mierda, a veces, merece la pena estar aquí. Porque este en el lugar al que pertenecemos.
Kenji

-Tengo miedo de caer.
Victoria

… Es como si acabase de arrojar al suelo algo muy frágil y valioso y ahora lo pisotease con fuerza, haciéndolo añicos. Ojalá tuviese la facultad de no sentir.
Victoria

Estoy resbalando de este mundo y nadie me escucha cuando grito.
Victoria

… Los contornos de mi universo han vuelto a perfilarse y, de nuevo, lo percibo todo demasiado intensamente.
Victoria

… Mi mundo se desmorona como un castillo de naipes, pieza a pieza, sin dejar de sangrar.
Victoria

Hoy.
Solo.
Quiero.
Desaparecer.
Volar. Huir. Evaporarme. Desvanecerme. Convertirme en humo, buscar una rendija y escapar.
Hoy quiero destruir los barrotes de mi propia casa y echar a correr sin detenerme jamás, aunque me falte aire. Quiero cruzar la frontera que marca el arco iris y abandonar este mundo definitivamente.
Victoria

Odio los cumpleaños. Odio esa maldita manía de celebrar otros trescientos sesenta y cinco días en este mundo, cómo toda la gente envía mensajes cariñosos a tu teléfono móvil, cómo los vecinos se sorprenden ante lo mucho que has crecido, cómo recuerdan lo rápido que pasa el tiempo. Hacen que desees estar muerto.
Victoria

Ya no me queda nada. Los minutos no pasan en mi reloj, pero mi cuenta atrás ha llegado a cero.
Victoria

En el espejo, los ojos de una chica perdida segregan lágrimas que serpentean hasta colisionar contra sus pies descalzos. Ya es hora de que alguien la enseñe a volar de nuevo. Debería coger el estuche de costura y remendar sus alas rotas, por mucho que le duela clavar la aguja en su carne.
Victoria

Nada ha cambiado. Nadie tiene el poder de cambiarlo.
Victoria

No hay un lugar en el mundo para mí.
Victoria

Hey, little bird
Are you feeling close the end?
Maybe you need to go and breath
Hey, little bird
In dreams angels don’t cry
I just wanna hold your hand
Until the end.
New State Glory

Little bird,
You’re the teardrops in my lips
You’re those clouds in my eyes
Little bird, you…
You are the heal of my pains
Hey, little bird
Don’t be afraid of farewells
Planes just fly away,
Even when you can’t see them
And if I stay…
I'll be beside you in the dark
Little bird, the wisdom in my face
I said it, little bird
I'll be beside you in the dark
New State Glory

Busco su mirada como busqué el número de teléfono del Dragón Fe, pero, nuevamente, me doy de bruces contra la soledad.
Victoria

Me gustaría acercarme a él y, muy suavemente, contarle la verdad. Que en mi vida no hay más sitio que para números de bordes afilados, que no tengo metas ni motivos, que estoy sola y enferma. Claro, enferma, esa es la fórmula mágica que me devuelve a la realidad. Nadie arde en deseos de pasar sus minutos con una princesa de hielo.
Victoria
Luego, como si fuese lo más natural del mundo, desliza sus dedos entre los míos y me toma la mano. Su pulgar, involuntariamente, roza las cicatrices de mis muñecas.
Victoria

No sé lo que estoy haciendo. Doy pasos, tal vez no siempre en línea recta, pero avanzo indefectiblemente. Mi problema es que desconozco cuál es el destino. Tengo miedo de perderme en los atajos que encuentro en el camino.
Victoria

En el norte está mi facultad, el auditorio de Galicia y el parque. Mi parque. Hay un pequeño arroyo allí que llena de música mis mañanas de invierno, hay patos que mueven graciosamente sus culos mientras pasean entre mis piernas; las piedras del camino siempre está húmedas, aunque sea verano, y la hierba, de un verde casi irreal, huela a libertad y sueños.
Victoria

-¡No pienses! -chilla él-. En la vida hay momentos en los que es mejor cerrar los ojos y no pensar.
Kenji

Cierro los ojos. Por una vez, hago caso a otras voces que no sean las de mi cerebro…
Victoria

Aquí, ahora, estamos vivos, y es mucho más fácil correr en la misma dirección que los problemas que huir de ellos 
Victoria

-¡Tú solo vive el momento!
Kenji

Me dejo llevar por mis sentimientos y, al fin, ya no me dan miedo los pinchazos de mi corazón.
Victoria

-La vida merece mucho más la pena cuando vives el presente.
Kenji

Un cosquilleo agradable me recorre la mandíbulas. No están acostumbradas a moverse tanto por una razón tan ligera, tan imprevisible, tan arbitraria como la felicidad.
Victoria

Y así, sin tan siquiera poder evitarlo, me invade una sensación fuerte, dolorosa e inútil: el afecto.
Victoria

Los monstruos son reales, y los fantasmas son reales también. Viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan.
Stephen King

Siento demasiado violentamente y estoy a punto de apretar el botón de autodestrucción de una vez por todas.
Victoria

Lo que no precisa, lo que nadie nunca precisaría, es la inevitable verdad acerca de mí. Soy una muñeca rota que no sirve para amar.
Victoria

Soy una niña encerrada en el cuerpo de una vieja. O una vieja encerrada en el cuerpo de una niña. Ya no sé quién soy.
Victoria

No necesito su empatía ni su lástima, ni quiero un amor en el que sea una carga. No necesito nada de nadie. Y esto, sencillamente, no hay manera de expresarlo con palabras. Porque a nadie le gusta admitir su soledad.
Victoria

Me da demasiado miedo el dolor, y el rechazo. Miedo a qué, o el rechazo de quién, eso ya no sé determinarlo.
Victoria

Y yo sigo aquí, anclada a este sofá de trescientos euros de IKEA, gritando por dentro y rezando para que nadie más me escuche alguien me salve.
Victoria

Solo sé que toca el bajo en un grupo cuyo nombre no logro recordar, que le gusta mirar las estrellas y que, si pudiera, huiría a Hungría. Eso, y lo que me cuentan las marcas rosas de sus brazos: que está solo, que está asustado, que –como yo– es un pájaro con las alas rotas. Y que, con toda probabilidad, me llamó ayer. No hay ninguna razón por la que cualquier otro chico estuviese interesado en hacerlo, a no ser que se tratase de una equivocación.
Victoria

En lo que dura un parpadeo, las dos partes de mi vida –aquella en la que tratan como una enferma y aquella en la que me limito a atrapar los momentos con la punta de mis dedos– se fusionan, creando una nueva realidad de contornos distorsionados.
Ya.
No.
Sé.
Quién.
Soy.
Victoria

Él puede tapar sus cicatrices y nadie se dará cuenta. Yo estoy desprotegida, vulnerable, desnuda ante él.
Victoria

La ira y la vergüenza, unidas a un sentimiento febril un poco más difícil de definir, forman una ola en mi estómago, Una ola que se mueve y gira y explota.
Victoria

Ese vacío que nunca se llenaba me era completamente ajeno, me resultaba indiferente. Ahora, a modo de sorpresa, solo puedo pensar en ella. Haga lo que haga, no me libro de mis párpados, que se cierran solos, del aire que me falta al respirar, de mis articulaciones aletargadas, del cansancio.
Victoria

Soy una muñeca rota; un juguete al que se le ha dado muy poca cuerda. Alguien debería cogerme, tirarme al contenedor y esperar a que las llamas del vertedero se me tragasen. Entonces, quizá, habría valido la pena. Porque no se me ocurre ninguna razón por la cual debería estar viva hoy. No en este mundo tejido de engaños.
Victoria

Soy un volcán que podría entrar en erupción en cualquier momento.
Victoria

Por mucho que escuche, nadie dice una palabra de que lo haga por mí. Todos hablan de lo mismo, de que están preocupados por mí, y yo no puedo dejar de pensar que quien debe dar pasos adelante soy yo. Ellos no me dejan dar pasos; quieren que salte. Pero, si salto, me caigo de los bordes del mapa.
Victoria

 -…Te mereces encontrar a alguien que te quiera; que te comprenda mejor de lo que lo hago yo. Y me da igual que suene a tópico.
Marcos

En un instante, parece mucho más joven e inseguro; el tipo de persona que necesita que le tiendan una mano desesperadamente. Alguien como yo.
Victoria

-Y entonces, después de que me contasen que te habían dado el alta, cuando ya había comenzando a olvidarte, apareciste en la tienda de tatuajes. Y me di cuenta de que, más allá de la persona que pudo haber muerto en el Dragón, eras auténtica. El tipo de chica que camina como una mujer y habla como un hombre. La que no da un céntimo por lo que piensen los demás. La que toma los segundos y los hace suyos. Total, que, sin planearlo, acabé decidiendo que quería estar a tu lado. Quería cuidarte y que tú no me dejaras. -Expulsa aire por la boca, sin saber muy bien que hacer. Mi toalla está enrollada sobre sus hombros-. Puede parecer una locura, pero quiero cuidarte y que tú no me dejes.
Kenji

-Tú sabías que yo estaba enferma. -Hago una afirmación sobre lo que debería ser una pregunta. Kenji asiente con lentitud.
-Acabé sonsacándoselo a tu hermana.
-¿Y te dio igual? Tú lo sabías y, aun así, ¿no te importó?
-Sigue sin importarme -asegura, y ahora su expresión se endurece-. Es solo una imperfección tuya, como mis cicatrices. La anorexia forma parte de ti, de tu historia. Donde los demás solo ven debilidad, yo veo fuerza, porque has luchado contra ella durante mucho tiempo.
Victoria y Kenji

Ojalá pudiera darle la razón, decirle que cada mañana le gano la batalla a las voces de mi cabeza y me lleno un tazón de cereales, que estoy esforzándome por perfilar la imagen que muestra el espejo, que cada día soy un poquito más consciente de los límites a los que me arrastra el hambre. Ojalá realmente hubiese fuerza en el hambre.
Victoria

…-Yo tampoco puedo verme con claridad. Pero sé algo. Sé que me gusta esto. Ahora.
-¿Esto? -Arrugo la nariz. La corriente que entra por la rendija de la ventana cierra la puerta detrás de nosotros-. ¿El qué? Esto no es nada.
Sus labios sellan mi cuello, marcándolo con el aroma a chicles de cola de su aliento. Sus manos bajan por mi espalda, atrapando la tira elástica de mis braguitas.
-Claro que sí. Esto es calor, es sol, es intimidad. Esto es todo.
Victoria y Kenji

Él es eso. El mantra que hace dormir a las órdenes desesperadas de mi cabeza.
Victoria

-Está bien-repito. Ahora soy yo la que acaricia sus heridas, siguiendo los dibujos trazados por su cuchilla de afeitar, por unas tijeras demasiado afiladas, por el cuchillo de cortar la carne… por su odio, por su dolor, por su vida-. A mí también me gusta esto -admito-. Se siente como si nunca tuviera que fingir. Se siente bonito. -Cojo aire. Kenji me mira; sus músculos súbitamente relajados-. Me encanta esto.
Victoria

…-Podemos adueñarnos de todos los momentos. Podemos moldear el universo.
-No -niego, alzando la barbilla hacia él-. Seremos el universo. Nada podrá dañarnos si nos mantenemos allá arriba.
Él sonríe. Yo sonrío. Nuestros labios vuelven a juntarse, como si fuese natural para ellos mantenerse cerca.
En mi casa solo está Kenji. En mi cerebro solo está Kenji. Y yo no necesito nada más.
Aquí, ahora, somos un universo.
Victoria y Kenji

Aunque Kenji ya se ha ido, en mi piel continúan marcados como tatuajes los fantasmas de sus abrazos. Sus besos y sus caricias, el tono de su voz, todo aquello que en la noche parecía tan limpio y tan claro, ahora, bajo la cegadora luz del sol, toma otro cariz. Y él no está aquí para repetirme que lo nuestro es real.
Victoria

No puedo actuar como si fuese la única que contase ahora.
Victoria

Ni él ni yo somos los mismos. Hemos dado pasos, hemos avanzado, y nuestros defectos también.
Victoria

Recuerdo las marcas todavía visibles de mis caderas y el cuchillo de postre de la cafetería Tokio. El dolor nunca ha sido algo que se haya cruzado –como un engaño inefable– en mi camino, sino algo que siempre he buscado yo. Aunque se trate de un acto inconsciente.
Victoria.

Me muerdo el labio inferior hasta que el dolor físico compensa el emocional, rebajándolo. No hay un modo de escapar ahora.
Victoria

-No pienses -me aconseja Kenji-, solo hazlo.
Kenji

Estoy rodeada de fantasmas. Se disponen ante mí sigilosamente, abriendo su abanico de recuerdos espinosos.
Victoria

-Tú… -comenzó- ¿vendrías?
Su pregunta me cogió desprevenida, porque hasta aquel momento no me había dado cuenta de que yo tampoco tenía nada que me uniese a Santiago. Me sentí repentina e irremediablemente sola.
-Ya te lo he dicho. Si fueses tan idiota como para comprar una estrella, yo me iría contigo allá arriba. No tengo otra cosa que hacer.
La verdad escondida tras mi propia afirmación me dio miedo. Me seducía más la idea de fugarme con aquel chico de los tatuajes, aquel que me había salvado la vida y al que apenas estaba comenzando a conocer, que quedarme en casa con mi hermana y su novio.
Victoria y Kenji

No quiero volver a eso. No quiero volver a los gritos y las vendas en mis muñecas. No quiero volver al miedo
Victoria

-No tenemos por qué hacerlo. Podemos simplemente besarnos, o hablar, o escucharnos respirar. Cualquier cosa. -Se encadena a mí; su brazo en mi pecho y su pierna sobre mis caderas-. Me gusta cualquier cosa a tu lado.
Kenji

… -¿Tú crees que soy guapa?
Él, repentinamente, deja de acariciarme. Su mano rugosa cae flácida sobre mi pelvis, deteniéndose en el elástico de mis bragas.
-¿Qué clase de pregunta es esa?
Le respondo con otra.
-¿Todos los días?
Su mano se cierra; lo oigo suspirar. El anciano continúa quejándose.
-Sí, joder, sí. Todos los días de tu vida y después de la muerte también.
Una sonrisa se desliza por los contornos de mi boca, llenando la inmensidad de mi rostro. Kenji, que lo nota, opta por sonreír también, haciéndome cosquillas en la espalda con sus pendientes.
-¿Puedes ponerlo por escrito?
-Faltaría más.
Hurga en sus bolsillos con rapidez hasta encontrar la caja de esparadrapo. Después se estira como un felino hasta alcanzar mi bolso, me roba un lápiz de delineador negro y escribe en letras grandes:
Tú Victoria (también conocida como Bobby 
    Burns), eres arrebatadamente sexy. 
    Firmado y ratificado: Cristian ‘Kenji’ Machado.

Pega su nota en mi espejo de bolsillo, ocultando la superficie reflectante. Y vuelve a besarme, muy suavemente, mientras yo no puedo dejar de pensar en su caligrafía apretada. Tiene apellido de poeta. Como no podía ser de otra manera.
Victoria y Kenji

-Claro que no quieres comer. -Suspira lentamente, encendiéndose un cigarrillo-. Te hace daño, lo sé, y es una mierda, pero la vida está llena de cosas que nos hacen daño y que son una mierda.
Kenji

-De eso se trata -afirma-. Nadie dijo que fuese fácil. Tienes que levantarte cada mañana y luchar contra ti misma; si te caes, solo puedes echarte la culpa a ti. Pero, si resulta que ni siquiera quieres estar bien, nada de esto tiene sentido ¿Es que te trae sin cuidado lo que sintamos los demás?
Kenji

… -Tienes un corazón de mariposa. No te importa nada ni nadie más allá de ti misma.
Kenji

No me queda nada. Estoy sola, abandonada en mitad de ninguna parte, y no me queda nada.
Victoria

En medio del invierno me topé con que había, dentro de mí, un verano invencible.
Albert Camus

La cuenta atrás de mi reloj ha llegado a cero. Corro en medio de rostros difuminados, esquivando nombres desconocidos, sorteando miradas cristalizadas. Ya no sé qué es real y qué es falso. Ya no sé si existo siquiera.
Victoria

Las cicatrices de mis muñecas vuelven a sangrar, pero nadie puede verlo.
Victoria

No puedo dejar de repetir, como en una letanía infernal, las mismas frases desgastadas. No sé cómo decirle que no estoy bien, que no quiero ser como Tatiana, que no quiero desvanecerme mientras escucho las melodías de John y Paul. No sé cómo decirle que no se vaya, que queme el cheque de Grasa si es necesario, pero que no me deje tirada en este mundo.
Victoria

-Oye, Kenji, ¿por qué Hungría?
[…]
-Porque basta con seguir un sendero para cruzar Hungría de punta a punta -dijo-. Porque el húngaro es la única lengua que el diablo no pudo aprender. Y por el carnaval de Busójárás.
Victoria y Kenji

-Siempre me ha gustado esa idea -confesó-. Pensar que puedes alejar el invierno de ti solo con tu ingenio. Y poder concentrarte en el calor de la primavera.
Cerré los ojos. Yo también lo creía.
Victoria y Kenji

No podía creérmelo cuando vi el coche de Grasa aparcado frente a ls puertas dobles de Conxo y a Kenji y a Spikey fumando tranquilamente sobre el capó, como si no estuviera prohibido, como si yo nunca me hubiese ido. No me había esperado que Kenji pudiera volver. Estaba segura de que nadie aguardaría por mí cuatro meses más, de que volvería a Santiago sin esperanzas, sin fuerzas y sola.
Victoria

Creo que me derrumbaré de un momento a otro. No sé quién soy. Mi cuerpo ya no es el de una anoréxica y mi mente si tampoco. Mi mente… está dividida. Me doy tanto asco y me odio tanto… y me trancaría la piel a tiras si encontrase las fuerzas para hacerlo. Pero, al mismo tiempo, siento un miedo inútil y lacerante al futuro. Miedo a las recaídas, de que mis seis años de enfermedad se conviertan en siete, ocho o nueve. Miedo de transformarme en una losa de mármol y en un ramo de flores rosas que comienzan a marchitarse. Miedo de no dejar de engordar, miedo de volver a bajar a los cuarenta y cinco kilos, miedo de mi pesaje semanal, miedo de admitir que no estoy bien.
Victoria

Mi cara con tres, cuatro, cinco años me sonríe con inocencia. Noto que se me llenan los ojos de lágrimas al ver los días, las personas, los momentos de mi pasado abalanzándose de nuevo ante mí. Instintivamente, siento lástima por esa chiquilla con trenzas que se aferra a las manos de su padre como a la vida. Me dan ganas de abrazarla, acurrucarla y repetirle que es hermosa, como si no fuera yo misma.
Victoria

Peso sesenta kilos. No, un poco más y estoy tan gorda que no volveré a pisar una playa en mi vida eso está bien. Uso una talla 38 que lograré que vuelva a ser una 32 es la que corresponde a mi complexión. Kenji se asustará de mí sonreirá cuando me vea desnuda. La gente no me reconocerá se alegrará de lo guapa que estoy ahora. Suspenderé el segundo cuatrimestre Esta vez lo haré mejor que la anterior.
Victoria

Una lágrima salada recorre mis mejillas. Mi futuro es tan pálido como la sala de la clínica que abandoné. No sé lo que me espera.
Victoria

Sus labios y su nariz bajan con extrema delicadeza por mi piel erizada, y luego me besa. Inevitablemente, sin pedir permiso, me invade una sensación acogedora que llena el espacio entre mis pulmones y mi estómago. Es como si, por primera vez en mucho tiempo, realmente hubiese vuelto a casa.
Victoria

-…Después… después será lo que nosotros queramos. Todo irá bien, nos recuperaremos y haremos más ruido que la vida. No hay nada que no podamos soportar.
Kenji

Cuando abro los ojos a la plaza teñida ahora de violeta que se extiende bajo nuestra casa, un puñado de pétalos de cerezo cae sobre mi pelo. Como si con ellos llegase también algún tipo de sabiduría, de pronto siento que las brumas de mi futuro se disipan, dejándome ver la luz del sol.
Victoria

Quizá nunca deje de ser anorexia; quizá precisamente eso, la enfermedad, haya sido un rasgo inherente a mi personalidad desde siempre. Quizá jamás deje de escuchar esas voces en mi cabeza y quizá Kenji jamás deje de sentir la necesidad de cortarse la piel para librarse de sus sentimientos negativos. Pero también sé, con una certeza incalculable, que mientras vaya dando pasos adelante me daré de bruces con algo parecido a la felicidad. Sé que así será. Por tanto, eso, la felicidad, es el único destino posible para nosotros. No importan las veces que nos caigamos ni las piedras que encontraremos en el camino; siempre, como una trampa ineludible, estará esperándonos un argumento que nos permita apartar todo nuestro dolor y seguir viviendo.
Victoria

He aprendido algo de los trastornos alimentarios: no hay una salida fácil. No llega un momento en el que comprendes. No crees mágicamente las palabras de los demás.
Andrea Tomé
Espero que, a través de este libro, haya podido esclarecer un poco esos falsos mitos que tanto daño hacen. Espero haber mostrado, aunque sea en una ínfima parte, lo que realmente es la anorexia. Una enfermedad mental con consecuencias física. No a la inversa.
Andrea Tomé

Me despido lector, que tengas unas maravillosas y mágicas lecturas.

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