Frases Saltaré las olas

Adiós: dos sílabas que dueles como dos arpones atravesando mi alma.
El sol radiante que calentaba mis días, que los hacía acogedores y conseguía hacer brillar mi parte más oscura, se vio ensombrecido por horribles nubes de tormenta. Un rayo cayó justo en el centro de mi corazón. Todo el amor que había en él quedó calcinado, el que se escribía en mayúsculas, el amor que nunca se reemplaza.
No deja de latir. El corazón no se para ni te desvaneces como la bruma, sino que sigues respirando; y aunque parece que es de manera agónica y forzada, en realidad solo es un acto de rebeldía porque no quieres seguir adelante. Volver a abrir los ojos para mirar un mundo sin aquello que te daba vida, que tengas que ver cómo la nube se aleja y vuelve a brillar un sol en un mundo que ves en blanco y negro. Eso es lo que en verdad hace que cueste respirar.
<<Adiós>> es un preludio de ilusión, el instante previo al comienzo de algo nuevo, y por eso duele tanto pronunciarlo. Alguien superior ha escrito <<fin>> en esta historia y, como no puede ser de otra forma, dolorosamente comienza el primer capítulo de una vida que jamás consideré vivir.
Pongo mi cuerpo a merced del viento y que sea el mar quien me guíe hacia un nuevo puerto.
Liam

Básicamente, su mente no podía tomar decisiones mientras su realidad se convertía en humo.
Imogen

Aquella misma noche, Imogen cogió lápiz y papel, y se sentó en el tocador. Se miró durante un buen rato en el espejo antes de comenzar a escribir una lista de propósitos, pero en cuanto se dio cuenta de que el primer objetivo ya lo había emprendido, los siguientes salieron de la mina del lápiz como si fueran pájaros retenidos en jaulas durante años. Así realizó una lista que nombró <<La mejor versión de mí>> 
Imogen

-…Todos estamos solos, pase lo que pase, al final siempre estamos solos. Nadie puede sentir por ti, ni tan siquiera imaginar la forma en la que sientes. Hay que saberlo, asumirlo, aprender a vivir así porque … Porque vivir es como nadar en el mar. La gente puede darte la mano y mantenerte a flote, que parezca que no te hundes, pero con el tiempo te conviertes en un lastre demasiado pesado y si te sueltan, si tú no mueves los pies y nadas, te ahogas.
Liam

-No son nasa sanas todas esas cosas que compras, lo sabes ¿verdad? -preguntó el mientras abría el frigorífico e inspeccionaba su interior.
-Tampoco es sano cortarse un dedo o sufrir una quemadura.
-Vamos, eres enfermera, no creo que el problema sean tus habilidades manuales. -Le lanzó una col que ella atrapó al vuelo.
Liam abrió un cajón y cogió algo que le puso delante de la cara.
-Imogen, te presento a este instrumento llamado pelador. Es imposible cortarse con él. Ahí hay patatas, pela tres -le pidió.
Imogen y Liam

-… Una sola palabra o un gesto pueden convertirse en estrellas que iluminan la oscuridad.
Liam

…Allí estaba aquel espectáculo natural de luces. Una paleta de verdes irradió el cielo despejado, fundiéndose con franjas rosas sobre las que destacaban los centenares de estrellas del firmamento. El arco había aumentado su intensidad con ondas y rayos que surcaban y temblaban hasta esconderse de nuevo en el horizonte. Imogen sintió como se le humedecían los ojos, aquella visión era tan hermosa que le conmovió profundamente. Regresó junto al grupo de fotógrafos, curiosos y cazadores de subtormentas y mantuvieron un silencio no apalabrado durante un precioso espacio de tiempo en el que, de alguna forma, todos se sintieron en sintonía con el universo.
Imogen

-Supongo que hay cosas que hasta que no las dices en voz alta no se hacen reales.
Imogen

…Aun sin haber comenzado nada, sin saber si habría algo que comenzar junto a él, el mar ya le pertenecería siempre.
Imogen

-Si la razón por la que estés haciendo todo esto, de que estés aquí conmigo, es que te doy lástima… no hace falta, en serio. Estoy bien, puedo apañármelas sola. Lo de la lista no es algo que tenga que hacer en un tiempo récord, es como un concepto de vida, una declaración de intenciones y puedo con ello sola.
-¿Pena? ¿Por qué me ibas a dar pena? -preguntó Liam torciendo la cabeza-. La verdad es que…
Liam puso las manos en sus caderas, se giró y miró a ambos lados de la calle antes de volver a posar sus ojos en ella.
-La verdad es que hago esto porque me recuerda la manera en la que me sentía hace mucho tiempo. Es puro egoísmo, créeme. Ya sé que no me necesitas, te estoy diciendo que soy yo el que te necesita a ti.
Imogen y Liam

…Solo un día más para que se abriera a ella definitivamente. Si no, daría por hecho que él no tenía ningún tipo de interés en ella. Solo un día más, y tenía que convencerse a sí misma de que sería suficientemente fuerte para aceptarlo.
Imogen

…Lo miró sentada desde el taburete y lo vio joven, a pesar de su piel curtida, de su corpulento físico y la madurez de sus actos. Joven como ella, demasiado para todo aquello que cargaba a sus espaldas.
Imogen

-Lo he entendido, Imogen. -La soltó y regresó donde había dejado el trozo de queso que estaba rallando y, antes de que el silencio se instalara de forma incómoda entre ellos, añadió-: Yo no estaría aquí si tú no estuvieras ahí, en esa habitación.
Ya sabía el motivo por el que él la necesitaba, para crear nuevos recuerdos, para sentir que podía cuidar de alguien otra vez, quizás para no ahogarse en la soledad. Su corazón sensible volvió a dispararse y sonrió.
Imogen y Liam

-La vida nos pesa a todos siempre, sobrevive quien sabe soltar lastre.
Claire

En uno de esos días, Imogen decidió participar pintando la madera color verde.
-¿Es tu color favorito? -le preguntó socarrón Liam.
-Ummm… no es mi favorito, pero creo que me trae suerte -contestó ella dando un ligero brochazo hacia arriba-. ¿Y cuál es tu favorito?
-El rojo.
La sonrisa abierta de Liam, algo ladeada y potenciada por aquella ceja izquierda elevada, hicieron que Imogen se sonrojara haciendo desaparecer las pecas de sus pómulos. Antes de lograr articular palabra, carraspeó, recolocó su trenza hacia el otro lado de su cara y contestó sin mirarle.
-Creí que sería el azul, por el mar.
-No, ahora es el rojo -volvió a decir él con seguridad y sin dejar de mirarla.
¿Se estaba declarando o acaso se estaba burlando de ella? Liam no se movía de su sitio, estaba lijando la superficie de una tabla, pero su mirada era demasiado intensa como para que Imogen no sintiera que se le estrangulaba la boca del estómago.
-Ah, ¿y por qué? -se atrevió a preguntar.
-Porque creo que es el color que me va a traer buena suerte.
Imogen lo miró sorprendida, con un cosquilleo en las mejillas. No hacía mucho, él había dicho que los pelirrojos traían mala suerte y aquello le daba la vuelta a la tortilla, dándole a ella la razón. Liam rió y ambos continuaron la tarea con las sonrisas retenidas y el pulso menos firme.
Imogen y Liam

-Claro, solo bailar. Delante de todos -ironizó ella.
-No, Imogen. Bailar conmigo -se acercó a su oído para susurrárselo mientras la cogía también de la otra mano.
Aquello no tranquilizó precisamente a Imogen. Aquel contacto, el roce de su mandíbula afeitada sobre su hombro y el olor de una colonia que ya siempre le recordaría a él, dispararon su corazón.
Imogen y Liam

A medida que se iban cruzando con vecinos de Howth, Imogen se puso nerviosa. Liam la llevaba agarrada de la mano, algo que ella no esperaba, pero que la mantenía flotando en el aire. Pero aquello era tan sorprendente para ella como para la gente que le conocía a él y sabía de su trágica historia. Él los saludaba a todos con naturalidad, y apretaba su mano con más firmeza frente a las miradas más descaradas.
-Nos miran, Liam -le dijo ella dándole un tirón a su mano.
-Yo creo que te miran a ti, a mí me tienen ya muy visto -bromeó él.
-Vamos a ser la comidilla de mucha gente hoy.
-Alguien tendrá que animar sus vidas, ¿no? -repuso Liam para mostrarle lo poco que le importaban las habladurías de la gente.
Imogen y Liam

-¡Focas! ¡Liam, son las focas! -gritó Imogen al ver los bigotes alargados de dos cabezas grises junto a las rocas.
-¿Pero es que todavía no habías visto la principal atracción de Howth?
-¡No! -Imogen juntó las manos a la altura de su pecho con emoción.
-¿Vas a llorar otra vez? -preguntó burlón.
-No -dijo negando con los labios apretados.
-Estás llorando -rio Liam.
-¡Es que son tan bonitas! -tuvo que reconocer.
Imogen y Liam

-¡He visto las focas! -chilló con alegría.
-Eres como una niña pequeña con caramelos.
-Solo disfruto con las pequeñas cosas -aplaudió.
-Con un entusiasmo inocente -comentó enternecido antes de besarla allí mismo.
Imogen y Liam

Lo que sentía por Liam… eso sí que era verdadero y auténtico amor, porque era libre y ella misma junto a él.
Imogen

… Al principio no podía porque sentía que era como deshacerme de ellas. Pero luego, tú formabas parte de todo esto, y me gustaba. Me gustaba regresar a casa y saber que estabas ahí dormida, me gustaba cuidarte, me gustaba volver aquí, volver a ti. ¿No lo entiendes? Eres una tonta romántica, sin lugar a dudas, pero yo también tengo sueños nuevos, y son contigo, aquí. No voy a vender esta casa. No, mientras vuelva cada día y tú sigas ahí dentro.
[…]
-Siento no habértelo dicho, pero aún no estoy seguro de que todo esto sea bueno para ti. Sé que yo no volvería aquí si tú no estuvieses, pero no puedo asegurarte la felicidad junto a mí, Imogen. Eso sí que no puedo. Solo puedo prometerte que lo intentaré -afirmó.
Liam

-En la vida nunca hay nada seguro, Liam.
Imogen

…Puso la mano abierta sobre su pecho y percibió sus latidos, porque su corazón roto seguía latiendo y ella lo sabía.
Imogen

-No es culpa tuya, Liam. Lo de Moira no fue culpa tuya.
-Lo sé -respondió bajando el brazo para poder mirar el cielo.
-Lo de Effie no fue culpa tuya -repitió Imogen.
-Lo sé -Liam apretó la mandíbula.
-No fue culpa tuya. -Imogen cerró su puño estrujándole su camiseta de algodón.
-Lo sé.
-No fue…
Entonces Liam, se giró y, antes de que Imogen volviera a repetir aquellas palabras que intentaban calmar su alma, atrapó su boca entre sus labios..
Imogen y Liam

-¿Qué te parece Islandia? Tiene los paisajes naturales más impresionantes del planeta y se pueden ver las mejores auroras boreales -dijo Liam balanceando sus manos enlazadas,
-Suena bien.
-O quizás podríamos ir a Múnich. Creo que ahora hay un festival de la cerveza -rio con aquella sonrisa amplia que había recuperado.
-Suena divertido, aunque no sé si sería muy prudente.
-También dicen que los amaneceres en Angkor son inolvidables, ¿te gustaría ver Camboya?
-Suena exótico.
-¡Imogen, por Dios bendito! ¡Colabora un poco! Todo te suena bien, pero no opinas. ¿Dónde quieres ir?
Ella rio y se abrazó a él mientras ascendían por el sendero del acantilado viendo esconderse el sol por el horizonte.
-¿No entiendes que todo me suene bien? Pues te lo explicaré: cualquier lugar me parece un destino perfecto mientras vaya contigo.
Liam echó la cabeza atrás y se quejó:
-¡Eres desesperante y adorablemente romántica! Pero eso no me ayuda a decidir.
-Quiero ver el mundo entero, Liam. Elige tú el orden. -Imogen se encogió de hombros y se acurrucó bajo su brazo.
Imogen y Liam

-No importa lo que haya ocurrido durante el día. Los atardeceres son la prueba de que estos pueden terminar de una forma bella.
Señor O´Shea

Me despido lector, que tengas unas maravillosas y mágicas lecturas.

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